Módulo 4: Análisis financiero a corto plazo
U.D. 29: Movimientos presupuestarios del corriente.
Sección: 1
INTRODUCCIÓN
Establecida la Cuenta Presupuestaria de Resultados, el siguiente paso en la planificación financiera a corto plazo consiste en establecer los movimientos que ésta originará en el activo corriente.
Estos movimientos son fundamentalmente los de los clientes y proveedores, pero, para llegar a determinar cuál es el nivel de compras de materias primas o de mercaderías, deberemos averiguar cuál es el stock inicial y el stock final previsto en el próximo ejercicio para los productos acabados, y esto dependerá de la política de stocks prevista.
Otro factor básico para la determinación del nivel previsible de las compras a proveedores será el tipo de empresa en la que nos encontremos, ya que, si es de tipo industrial, aquéllas dependerán, como ya sabemos, del proceso de acopio de materia prima, de donde provendrán las compras a proveedores, del proceso de fabricación, que en el activo corriente figurará bajo la denominación de “en curso” y, finalmente, del acopio y distribución de producto acabado, que es el que fijaremos en los estados presupuestarios, que estará en función del volumen de ventas previsto y de la política de stocks para el próximo ejercicio.
De este modo, a partir de la fijación de los parámetros presupuestarios para el producto acabado, seremos capaces de hallarlos para el producto en curso y, finalmente, para las compras de materia prima, que son, en definitiva, las compras que realizaremos a proveedores.
Alguien podría preguntarse por qué motivo es necesario realizar todo el proceso descrito anteriormente para establecer las compras a proveedores. ¿No sería más fácil establecer el valor presupuestario de las compras a proveedores? La respuesta a esta pregunta es que, si nos fijamos en la unidad anterior, al describir la estructura de la Cuenta de Resultados, el margen comercial se establece como diferencia entre los ingresos previstos por ventas y el coste de dichas ventas, y es precisamente en el coste de las ventas donde se incluyen los costes variables del proceso de fabricación, el stock de producto en curso y el de las materias primas. Por lo tanto, será preciso discernir, dentro del coste de las ventas, cuál es la cantidad que corresponde al coste de las materias primas, que constituirá el valor de las compras a los proveedores.
Está claro que si la empresa es de tipo comercial, sus compras a proveedores son compras de mercaderías, es decir, productos que la empresa compra y que, sin efectuar ninguna transformación, vende. Por consiguiente, en este tipo de empresa el coste de las ventas se simplifica notablemente, existiendo fundamentalmente dos partidas que lo componen, las comisiones y el coste de la mercadería. Como las comisiones normalmente se fijan en cierto porcentaje sobre la cifra de ventas, la cual es conocida con antelación, es fácil determinar el coste de las mercaderías por diferencia entre el coste de las ventas y las comisiones.
No obstante, según el tipo de empresa comercial de que se trate, la simplicidad expuesta anteriormente puede alterarse. Pensemos, por ejemplo, en puntas estacionales de venta, durante las que suele precisarse mano de obra variable. Imaginemos una tienda de comestibles que, en Navidad, confecciona y entrega al cliente las tradicionales cestas. Probablemente, en estas épocas, y por espacio de un mes, se contrate a cierto número de personas para llevar a cabo esta labor. Este coste de personal sería un coste variable, que entraría a engrosar los costes de las ventas de nuestra Cuenta de Resultados.
Por último, si la empresa fuera de servicios, se suprimirían incluso las compras de materias primas, con lo cual el coste de las ventas se reduciría al coste de los servicios subcontratados para la realización de la venta, lo cual se podría interpretar como las compras a proveedores.
Una vez determinado el nivel de compras presupuestadas a proveedores, ya podemos establecer los movimientos presupuestarios de los stocks y de los proveedores, es decir, a partir del saldo de inicio de ejercicio, podremos conocer el saldo a final de ejercicio. Éstas serán dos de las partidas que comprenderá el activo y pasivo corriente, respectivamente, del Balance Presupuestario a final del ejercicio.
Para determinar el saldo final de proveedores en el próximo ejercicio, es básico conocer el saldo de éstos al inicio del mismo, las compras que se realizarán a lo largo del ejercicio y las condiciones de pago con proveedores previstas para el próximo. Este último punto es muy importante, en vistas a la posible necesidad financiera que nos surja en el presupuesto de tesorería, pues un cambio en nuestra política de proveedores puede representar una importante fuente de financiación. Sin embargo, esto no siempre es posible y, por otra parte, alargar el plazo de pago a proveedores, según la forma y el momento en que se haga, puede llevar a sospechas sobre la buena marcha de la empresa, circunstancia que comercialmente puede crear una señal de alarma entre los proveedores. En cualquier caso, existen situaciones en que es perfectamente aplicable una dilatación en el plazo de pago a proveedores. Imaginemos el caso de una empresa joven, cuyo plazo de pago a proveedores se establece a 30 días. Puede suceder que, tras un ejercicio de relaciones sin haber fallado nunca en el pago, se contemple negociar perfectamente las nuevas condiciones de pago, para ir acomodándolas a las mismas que el resto de los clientes del proveedor en cuestión.
Para determinar el movimiento presupuestario del activo corriente correspondiente a los clientes, los dos parámetros fundamentales son el volumen presupuestario de ventas y la política de cobros. La cifra presupuestaria de ventas la conoceremos observando la Cuenta de Resultados Presupuestaria y la política de cobros será la prevista en el próximo ejercicio. De esta forma, conociendo el saldo de clientes al inicio del ejercicio, será sencillo encontrar el saldo a final de ejercicio, que se establecerá en la correspondiente partida de clientes en el activo corriente del Balance Presupuestario.
No hay que olvidar el resto de partidas básicas del activo corriente, cuyos movimientos hay que tener en cuenta. Nos referimos a la tesorería y las inversiones financieras a corto plazo. Ambas partidas son mucho más sencillas de tratar que los clientes, los proveedores y los stocks, ya que su saldo final será conocido con tal de saber el saldo inicial y la inversión prevista en tales partidas en el próximo ejercicio. También es posible que alguien se pregunte cómo puede constituir una inversión un saldo de tesorería. Pues bien, la razón de considerarlo así proviene del hecho de que la empresa puede establecer un saldo mínimo de tesorería, para paliar las posibles desviaciones que puedan surgir a lo largo de la reconversión del activo corriente en liquidez. De esta forma, la empresa asegura la puntualidad de sus pagos, eliminando así los posibles gastos de devolución de efectos, los intereses de demora, la mala imagen comercial como consecuencia de los pagos no atendidos puntualmente, etc.
Para terminar, no debemos olvidarnos de unas partidas importantes, cuyos movimientos tienen una notable incidencia en el presupuesto de tesorería. Son las partidas correspondientes al Impuesto sobre el Valor Añadido, pues todas las compras y ventas que realicemos, en general, están sujetas y no exentas a dicho impuesto. No obstante, estas partidas también están afectadas por el resto de compras y ventas del activo no corriente. Para conocer el efecto financiero del IVA, deberemos conocer, en primer lugar, el devengo del impuesto, para saber cuál es la cantidad que deberemos o nos deberá Hacienda, y esta cifra la obtendremos a través de los movimientos presupuestarios de las partidas de IVA soportado e IVA repercutido.
En segundo lugar, deberemos estudiar el cobro y el pago en materia de IVA, correspondiente a clientes y proveedores, respectivamente, que será función de la política de cobros a clientes y de pagos a proveedores adoptada por la empresa. Efectuado este análisis, estaremos en condiciones de hallar el efecto financiero del IVA, como se verá al estudiar la unidad del Presupuesto de Tesorería.
Obtendremos los cobros y pagos en materia de IVA a partir de los movimientos presupuestarios de clientes y proveedores, respectivamente.