La inflación y el descenso del consumo
1.La situación de los hogares españoles
Los salarios se han quedado definitivamente atrás respecto al aumento de precios. Un informe elaborado por la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos ha puesto de manifiesto que en 2006 el 74,4% de los trabajadores estaba amparado por una cláusula de revisión salarial para compensar la desviación del IPC. Sin embargo, esta cláusula sólo fue efectiva en el 46% de los convenios, menos de la mitad.
2. La espiral inflacionista
Hay que tener en cuenta que los sueldos no suben al mismo ritmo que la inflación, en España existen 16,8 millones de asalariados, pero únicamente 9,8 millones sustancian sus relaciones laborales a través de un convenio de empresa o de sector.
Esta moderación salarial explica el bajo consumo de las familias. El año pasado la tasa de aumento se situó en el 3,1%. En el año 2000 el consumo aumentó en un 4,9%, y desde entonces ha venido descendiendo paulatinamente. Para los ejercicios 2008 y 2009 el Ministerio de Economía estima un crecimiento del 2,2%. Que puede ser inferior dado que ante una situación macroeconómica incierta, las familias restringen el gasto ante la posibilidad de que alguno de sus miembros pierda el empleo.
El salario supone más del 90% de la renta disponible de las familias, por lo que el empleo es el factor determinante de su nivel de gasto. Y la economía española lleva dos trimestres consecutivos destruyendo puestos de trabajo.
3. La inflación devora la renta de los pensionistas
Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística señalan que en el último año (agosto sobre agosto) el ÍPC subió un 4,9%. Sin embargo, los grupos de gasto que más afectan a los pensionistas (alimentos y bebidas no alcohólicas y vivienda, aguas, electricidad y gas) crecieron muy por encima de la media. En concreto, un 6,8% en el primer caso y un 7,9% en el segundo, lo que pone de manifiesto hasta qué punto los aumentos del IPC se reparten de forma desigual.
El IPC tiene base 100 desde enero del año 2006, y desde entonces ambos grupos son los que más han subido, hasta situarse en 112,3 puntos en el caso de la vivienda y en 110,3 puntos en el de los alimentos. Mientras que, por el contrario, el IPC general se sitúa en 107,6 puntos
Ello tiene como resultado que los pensionistas destinen el 49,63% de su gasto en consumo a esos dos grupos de productos, muy por encima de la media general del conjunto de consumidores, que se sitúa en el 40,43%.
Esto significa, lógicamente, que son de largo los más perjudicados por el alza de los precios. Según los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares, pensionistas y retirados destinan el 16,72% de su gasto en consumo a alimentos y bebidas no alcohólicas, mientras que otro 32,91% se dedica a pagar el mantenimiento de la vivienda (no se tiene en cuenta el precio de adquisición o los alquileres), el agua, la electricidad o el gas.
El colectivo más perjudicado son los 3.615.501 pensionistas del nivel contributivo que perciben una cantidad menor a 600 euros mensuales (por catorce pagas). Pero también se encuentran en esta situación los 463.057 ciudadanos que viven mensualmente con los 308,47 euros a que tienen derecho por reunir los requisitos para cobrar una pensión no contributiva. Se trata de pensionistas que -por las razones que fueran- no han podido cotizar a la Seguridad Social durante su vida laboral. En esta misma situación, por último, se encuentran los que cobran una pensión de carácter asistencial (21.097 ciudadanos) o a cargo del SOVI (Seguro Obligatorio de Vejes e Invalidez), que supone el derecho a percibir 356,20 euros mensuales.
Aunque el Gobierno, como ha anunciado, suba un 6% las pensiones mínimas el año que viene apenas se pondrá compensar la pérdida de capacidad de compra de las pensiones por su mayor exposición al alza de los productos básicos.
Octubre 2008