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El impuesto sobre transacciones financieras

1- Introducción

La crisis mundial que estamos viviendo tiene su origen, en buena parte, en el sector financiero, que luego ha trasladado los problemas a la economía global. Esto ha hecho plantearse el funcionamiento de este sector y el establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras.

Durante años se ha considerado el sector financiero un mercado que cumplía las condiciones de mercado perfecto en el sentido económico (transparencia en la información, competencia,..). Pero la reciente crisis ha generado dudas e incluso ha levantado críticas a este sistema, al cual se les pide a los agentes que asuman su responsabilidad. La idea de establecer un impuesto sobre las transacciones financieras va encaminada a que el sector financiero contribuya a reparar los costes económicos y sociales y que, al mismo tiempo, permita ayudar a financiar los déficits públicos. Pero también tiene su fundamento en que los grandes capitales se lo piensen bien antes de mover su dinero con fines especulativos, ya que cada movimiento sería gravado.

2- El funcionamiento

El impuesto sobre las transacciones financieras tiene su fundamento en la conocida tasa Tobin. La tasa Tobin fue anunciada en 1972 y presentada en 1978 por el profesor James Tobin, premio novel de Economía de 1981. Ésta consiste en la imposición de un impuesto a cada una de las transacciones financieras que atraviesa las fronteras nacionales. El porcentaje propuesto es de entre 0,1% y 0,25%. El motivo es que esta tasa tiene como objetivo desincentivar el flujo de capitales muy a corto plazo (días o semanas), pues estos obtienen unos porcentajes de ganancia muy reducidos y el impuesto prácticamente lo haría desaparecer.

En la actualidad, el gran incremento de la liquidez ha llevado a que se realicen demasiadas transacciones, lo que supone una fuente de inestabilidad a corto plazo. La tasa Tobin constituye realmente un impuesto sobre la especulación financiera y también puede significar un importante instrumento para transferir recursos desde la economía financiera (esencialmente volátil y especulativa en la mayor parte de sus mercados) hasta la economía real.

Las transacciones financieras tienen un importe 75 veces superior al de las transacciones reales, de bienes y servicios. El mercado de divisas es el mayor mercado del mundo, su volumen de operaciones es 15 veces superior al PIB mundial y 60 veces superior al comercio internacional. En estos datos se refleja lo que hoy es el capitalismo y la especulación financiera en manos de banqueros y financieros, a quienes poco les importa la salud económica o física de los países y sus habitantes.

Hoy en día, la imposición de este impuesto se ve más como un instrumento para prevenir las crisis. Este impuesto que pagarían los intermediarios financieros serviría para crear un fondo que se pudiera utilizar en caso de fallida bancaria y que, por tanto, no lo tuvieran que pagar los contribuyentes. El mismo Tobin propuso en su momento que fuera el Fondo Monetario Internacional o la ONU el encargado de gestionar esta imposición.

3- Conclusiones

La crisis que experimenta la economía mundial en los últimos años ha resucitado la tasa Tobin. Esta tasa tiene como fin el establecimiento de impuestos a las transacciones de capital con la finalidad de frenar las olas especulativas contra acciones, monedas o deuda pública.

Aunque este concepto ha tomado fuerza en los últimos términos y se ha debatido sobre la idoneidad de esta tasa, las actuaciones encaminadas a su implantación no se han llevado a la práctica y en la actualidad no existe una regulación similar en ningún país. El miedo a ser el primero y que genere una salida de capital del país para buscar lugares más beneficiosos impide que este tipo de impuestos puedan tener un éxito notable si no hay un consenso global.

Revista jurídica y financiera Ref.676461 (26/10/2011)
 

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