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El trabajador autónomo prefiere las coberturas complementarias

1- Introducción

Dos de cada tres trabajadores autónomos optan por pagar lo mínimo a la Seguridad Social (unos 210 euros al mes), aunque luego dediquen más de 1.100 euros al año a seguros privados y unos 1.500 a un plan de pensiones. A la hora de cubrir los riesgos básicos, éstos trabajadores se decantan por las coberturas privadas, incluso las que ya tienen garantizadas por el sector público, como la asistencia sanitaria.

2- Desarrollo

El colectivo de trabajadores autónomos, unos 3,3 millones, es posiblemente el más sensible a la contratación de seguros; el 53% dispone de plan de pensiones, un 35% abona un seguro médico y el 32% paga un seguro de incapacidad temporal (IT) por si cae enfermo y no puede desarrollar su actividad laboral.
Estos datos provienen de un estudio que destaca que el 87% de los trabajadores por cuenta propia considera insuficientes las prestaciones públicas por jubilación, incapacidad temporal y por contingencias profesionales.

De este estudio se desprende que la percepción negativa que tienen los autónomos del sistema público de previsión social es debido a que la gran mayoría, el 67%, cotiza por la base mínima, por lo que luego perciben las prestaciones mínimas.
El principal problema con el que se enfrentan loa autónomos deriva de la inseguridad de sus ingresos cuando inician una actividad profesional, ya que éstos ven las cotizaciones como un gasto; por eso deciden pagar lo mínimo a la Seguridad Social.

El actual sistema de cotización resta atractivo para los autónomos, y esto es, porque si la mayoría de ellos se acogen a la mejora voluntaria por incapacidad temporal, cuando el Gobierno incrementa las bases de cotización tienen que pagar más por todas las contingencias (incluida jubilación) y esto hace que hace que muchos de ellos opten por pagar lo mínimo ya que ven el retiro como algo muy lejano.

Éste es el motivo por el que muchos trabajadores autónomos optan por la elección de coberturas privadas según sus necesidades específicas.
Un ejemplo de esto lo tenemos en la elevada tasa de contratación de seguros médicos en este colectivo, que asciende a un 35% cuando la media nacional se sitúa en el 15%. El trabajador autónomo tiene la atención sanitaria cubierta por la Seguridad Social, pero prefiere pagar por un seguro que le garantice que si cae enfermo le atenderán más rápido y en los horarios que él elija.

La obsesión por la inseguridad de los ingresos es la que genera también una notable demanda de seguros de incapacidad temporal que aseguren una renta diaria en caso de enfermedad. El trabajador autónomo puede cubrir esta contingencia a través de la Seguridad Social si cotiza en 27 y 99 euros más al mes, dependiendo de su base, y se garantiza entre 16 y 60 euros de ingresos a partir del cuarto día de baja, incrementándose a partir del vigésimo día.

Estos importes de ingresos no cubren las expectativas de la mayoría de los autónomos en situaciones de baja, que se cifran en unos 139 euros diarios; por ello una tercera parte del colectivo tiene contratado un seguro de incapacidad temporal privado con una garantía media de 70 euros/día.

Las aseguradoras afirman que, en términos de coste, resulta más barato contratar un seguro privado que elevar la cotización a la Seguridad Social para cubrir esta contingencia.
Estos precios no son comparables, porque la cobertura pública es universal, y la mayoría de seguros deja fuera las enfermedades más comunes y bajas cortas y limitan las prestaciones en caso de bajas prolongadas. Además los autónomos pueden deducirse las primas del seguro de incapacidad laboral, como las del seguro médico de él y su familia en la declaración de IRPF hasta un máximo de 500 euros por persona.

Mayo 2007
Revista jurídica y financiera Ref.418276 (07/05/2007)
 

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